Hola a tod@s,
El COVID-19 va a suponer una sacudida importante en muchos sectores de actividad. Principalmente, el sector terciario (servicios), y cómo no, los servicios relacionados con la contabilidad (auditoría, contabilidad, etc.).
En esta época que vivimos, en la que el exceso de información provoca desinformación, hay un tema que es especialmente grave. Si ya de por sí las cuentas anuales de una empresa, al no ser auditadas, suelen ser más sospechosas de tener incorrecciones (por errores o por fraudes), al disminuir la facturación, el número de trabajadores y el volumen de activos, muchas empresas van a dejar de ser auditadas, si no cambia la legislación en este sentido.
Esto es un golpe duro para nuestro sector, no sólo por lo económico, sino también por la credibilidad de las cuentas de las empresas. Unas cuentas que, pese a tener que cumplir con normativa contable, van a estar más dirigidas a objetivos fiscales. Si no, al tiempo.
Las cuentas de una empresa debe ser creíbles. Pero además, como la mujer del César, deben parecerlo. Es la hora de que el destino de la contaduría (término que usa mucho nuestros hermanos en América Latina) cambie en España. La época del COVID-19 está siendo especialmente buena para reflexionar profundamente sobre las bases de lo que se debe construir.
La necesidad de asegurar la información financiera
Para asegurar la información financiera, los administradores cuentan con dos posibles vías. Una, hacerlo de forma interna o bien de forma externa.
El aseguramiento interno proviene de la formulación de las cuentas firmadas no sólo por los administradores sino también por el contable o contador de la entidad. Esta rúbrica dará mayor seguridad acerca de la bondad de las cifras de la empresa. No son pocos los países donde esta figura existe. España, por desgracia, todavía no ha tenido ese salto de calidad. Creo que ahora es un buen momento para plantearse una futura reforma. Un escenario ideal sería que todas las personas jurídicas contaran con este experto contable para dicho aseguramiento. Hay que decir que, actualmente, este nivel de aseguramiento no existe en España, si atendemos a la firma del contable en las cuentas de la sociedad como garantía.
Por su parte, el aseguramiento externo de las empresas, que existe vía principalmente auditoría de cuentas (obligatoria y voluntaria) y revisiones limitadas (voluntarias), va a sufrir un duro palo. Gran cantidad de entidades que se auditan de forma obligatoria van a dejar de hacerlo, y lo mismo ocurrirá con las auditorías voluntarias. Ello puede provocar la extinción de muchas PYMES de auditoría y, finalmente, la concentración de la oferta del sector en las Big Four y algunas sociedades medianas más. La más absoluta ruina. En este sentido, parece que sería bueno idear un sistema mixto de aseguramiento como ocurre en otros países de la Unión Europea. Por un lado, la disminución de los límites para ser obligatoria la auditoría sería conveniente. Y por otro lado, poner en marcha las revisiones limitadas obligatorias, que cuentan con un menor de aseguramiento que la auditoría de cuentas, para aquellas sociedades que hayan dejado de cumplir los límites de forma obligatoria.
Es bien conocido que las auditorías son valiosas para las propias entidades y para el bien común, sin embargo, en época de crisis económica, si el regulador no lo favorece, esta actividad queda relegada a la voluntad de la entidad. Cuando realmente esta actividad puede ser determinante incluso para propia supervivencia de la entidad, no solo favoreciendo el acceso a financiación, si no para evitar quiebras y aportar garantía, credibilidad y transparencia a la información frente a terceros de la entidad.
El orgullo de los contadores
Es también la hora de sentirse orgulloso de ser contador: ya seas auditor, economista, contable, etc. Aunque a veces pueda cundir el desánimo, es la hora de pelear por nuestra profesión y, lo más importante: que las cuentas de las empresas reflejen la imagen fiel de la actividad.
Un saludo y fuerza para tod@s,
Manuel Rejón y Pedro Navarro
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